Ser un gran líder implica una combinación de talento, actitud y el desarrollo de ciertas habilidades, como la capacidad para comunicarse con el equipo.
¿Qué es la comunicación?
Se define como el proceso de intercambiar ideas. Esto significa que debe darse en dos vías, donde cada participante aporta y asimila información.
Un empresario tiene que comprender que una comunicación efectiva no consiste tan solo en ser buen orador. El secreto de un buen líder se centra en cinco palabras que, aunque no lo parezca, no son tan sencillas de llevar a la práctica: «Ser el último en hablar»
La imagen clásica de un líder es la de aquel que motiva a través de grandes discursos e indica qué se tiene que hacer. Se da mucho peso a la elocuencia -y claro que es una habilidad importante- pero lo que verdaderamente hace a un empresario exitoso, no solo es la capacidad de escuchar, sino la de postergar su participación hasta que todos hayan aportado.
Buscando la interacción del equipo
Muchas veces estamos tan enfocados en mostrar nuestras capacidades, que no damos la oportunidad a los demás de expresarse y entonces se anula el diálogo.
Por ejemplo, si llegas a una junta y lo primero que haces es plantear tu solución a un problema y posteriormente pedir la opinión de los demás, será demasiado tarde. El equipo no se expresará libremente y no sentirá que su colaboración es realmente importante.
Técnicas para ser el último en hablar
- Espera a que todos opinen sobre el asunto. Plantea el problema y motiva a tus colaboradores a dar su visión del caso y sus posibles soluciones.
- Escucha con interés genuino. Muestra respeto y no interrumpas la participación de cada uno de ellos.
- Haz preguntas. Puedes realizar preguntas abiertas para comprender mejor su postura.
- Habla. Cuando todos hayan aportado su visión sobre el asunto podrás expresar tu punto de vista, que habrá sido enriquecido con las ideas de los demás.
Según Patrick Lencioni, especialista en gestión de equipos, es mejor evitar una agenda muy rígida dentro de las reuniones semanales y en su lugar, crear un espacio de diálogo para enfocarse en la resolución de problemas que afectan los objetivos a corto plazo. Al terminar, el equipo decidirá qué tema tratar en el tiempo restante. «Malas juntas son el reflejo de malos líderes».
Ser el último en hablar es beneficioso en todos los sentidos:
- Te permite saber qué piensan los demás realmente. Al hablar tú primero, el equipo podría sentirse intimidado y comprometido a respaldar tu postura como jefe, haciendo eco de tus opiniones en lugar de expresar sus propias ideas.
- Ayuda a la resolución de problemas de forma más efectiva. Con diferentes puntos de vista se llega a mejores soluciones. Tu equipo podría detectar algunos problemas u oportunidades que quizás has pasado por alto; a fin de cuentas, son ellos quienes están inmersos en los procesos de operación, trato con los clientes, sistemas, etc. Todos se sentirán motivados a participar de forma activa.
- Los empleados se sienten valorados. Un equipo que se siente escuchado es un equipo motivado, comprometido con la empresa y satisfecho.
Las empresas más innovadoras utilizan sus reuniones no como un tedioso monólogo en el que el jefe expone los problemas y asigna tareas para resolverlos, sino como un espacio conjunto para expresar ideas en pro de la compañía y del trabajo armónico entre colaboradores.